sábado, 9 de junio de 2012


CAMPEONES DE CINISMO (POR ACLAMACIÓN POPULAR)
PRIMERA PARTE.

CANDIDATO PRIMERO: NAPOLEÓN III
Cuando en 1851 Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón se convirtió Napoleón III gracias a un golpe de estado, lo primero que hizo fue encarcelar a más de 20 mil personas acusándolas de intentar acabar con la República Francesa mediante un golpe de Estado, es decir: justo lo que él había hecho. Luego, para legitimar su usurpación (una vez ya controlaba la policía y el ejercito, y casi todos sus principales enemigos estaban arrestados o muertos), mando convocar un referéndum popular que, por supuesto, ganó.

CANDIDATO SEGUNDO: GILLERMO II, EMPERADOR ALEMÁN
Gillermo II. Kaiser alemán, mandó una carta al gobierno belga en 1914 donde decía:
“Por ello el gobierno alemán experimentaría el disgusto más profundo si Bélgica considerase como un acto de hostilidad el hecho de que Alemania se vea forzada por las medidas de su adversario a penetrar en territorio belga para su defensa”.
Esta carta es de un cinismo ejemplar. El emperador alemán les está diciendo a los belgas  (con el que por cierto había firmado un pacto de no agresión) que les piensa invadir, pero “sin mala voluntad”, sólo para evitar que los franceses ataquen a Alemania desde Bélgica, cuando lo cierto es que los franceses no tienen la menor intención de invadir Bélgica (porque los franceses sí respetan a los países neutrales y a los países con los que tienen acuerdos, y porque, además, tampoco tienen intención de iniciar ninguna guerra, al menos no hasta que esa guerra es inevitable), por eso se “ofendería” si los belgas mostraran resistencia alguna. De hecho, resistirse a ser invadidos sería considerado “un acto de hostilidad” (Hitler tomó buena nota de ello, como veremos…). Así que, ¿qué opción les quedaba a los pobres belgas? Abandonar las fronteras y dejarse invadir tranquilamente por cualquiera que pasara por ahí… Y es curioso, porque esta carta es anterior a la invasión belga, que era el camino más corto de invadir Francia, y ahí el Kaiser cometió un error, porque dejó ver su estrategia, al acusar a Francia de pretender atacar a los alemanes pasando por Bélgica, dejó claro lo que ellos, los alemanes, pensaban hacer. Y sin embargo este error no le salió caro. Los franceses no tomaron nota de sus planes. (Aunque la invasión a Bélgica no le salió gratis: fue una de las causas que decidieron la entrada de Gran Bretaña en la guerra.)

CANDIDATO TERCERO: HITLER
Hitler, al declarar la guerra a Polonia dijo textualmente que “él había intentado mantener la paz, pero que la actitud hostil de los polacos ante los alemanes le obligaba a declararles la guerra”. Si no fuera porque como dijo Steven Spielberg después de rodar La lista de Schindler “con los nazis no se pueden gastar bromas”, nos podríamos tomar como un chiste la declaración (dirigida a su pueblo, no al resto del mundo) de Hitler. Nos podríamos reír un rato del “deseo de paz” de Hitler y de la “actitud hostil” de los polacos (“hostil”, curiosa palabra, cuando la emplea uno de los principales gánsters de la historia, alguien cuya política exterior era: o me das lo que quiero o te mato, pero no te defiendas, que entonces me lo tomaré muy mal, y será peor, mejor me lo das con una sonrisa, aunque te quite hasta las bragas: véase Checoslovaquia), que no le dejaba (pobre Hitler) más remedio que declarar una guerra “indeseada”. Sí, podríamos reírnos. Si no fuera porque los polacos nunca se enfrentaron ni trataron de “ofender” a Hitler (al contrario, “tragaron” hasta que no pudieron más: entonces les declaró la guerra). Si no fuera porque las ansias expansionistas de Hitler (junto con unos cuantos más: pero no muchos más en este caso, como dice bien Eric Hobsbawm, “ni siquiera el pueblo alemán quería la guerra”, a diferencia con la Primera Guerra Mundial, que tuvo mejor acogida) provocaron la muerte de 50 millones de personas. Así pues, el cinismo de Hitler no puede ser tomado a broma. Pero si algo no puede ser es negado e ignorado. Y para eso, para que no pase eso, alguien se debe tomar la molestia de explicarlo bien en las escuelas, y alguien (muchos) se deben tomar la molestia de atender a lo que ese alguien les está explicando. ¿Es pedir demasiado?




(dedicado a los profesores de historia de Secundaria)

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